Al día siguente, con la esperanza de que hubiera cambiado de opinión, sus vecinos le preguntaron: |
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| ¿Y como te sientes hoy? | |
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| Me siento peor. Y mi mal crece a cada instante | |
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Y como principiase de nuevo a repetir las lamentaciones de la tarde anterior, se endurecieron contra él, en lugar de compadecerle. Intentaron entonces recabar con aspereza lo que los medios de la dulzura no habían conseguido; se burlaban unas veces, le reñían otras, y otras le dejaban completamente abandonado. No le quedaba, pues, otro recurso que salirse al campo y desahogar en su espaciosa soledad la pena de su corazón. |
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En una de estas salidas estaba muy decaído de ánimo y sobremanera desconsolado, leyendo en su libro, según su costumbre; y según leía, de nuevo exclamó |
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| ¿Que he de hacer para ser salvo? | |
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